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Inquietud en los Estados Unidos

STANFORD – A pesar de tener una economía resiliente que ha desafiado la mayor parte de los pronósticos -hasta ahora evitando una recesión y manteniendo bajos índices de desempleo-, la ciudadanía estadounidense parece cada vez inquieta. Una gran mayoría, carente de confianza en que perduren las actuales buenas condiciones, cree que el país se encamina en la dirección equivocada. Más aún, EE.UU. se enfrenta a la que tal vez sea su situación geopolítica más compleja y peligrosa desde la caída del Muro de Berlín.

Sin embargo, habiendo tanto en juego, el país se dirige a unas elecciones presidenciales entre un candidato que ha sido acusado de varios crímenes graves y un presidente en ejercicio que cumple sus tareas bajo una mancha de corrupción que rodea a los negocios en el extranjero de su hijo. No cabe duda de que, en la política estadounidense, los escándalos suelen acompañar a los mandatos. El Presidente Richard Nixon abandonó el cargo para evitar la posibilidad de ser destituido por el escándalo de Watergate, y tanto Bill Clinton como Donald Trump fueron sometidos a juicio político (pero no condenados por el Senado). En todo caso, el nivel actual de rencor político parece haber alcanzado un nuevo nivel de intensidad, y no hace más que aumentar.

Para empeorar las cosas, hay asuntos de importancia vital para el país que siguen sin ser abordados, y la potencia económica y la influencia geopolítica de Estados Unidos en el futuro enfrentan nuevos e importantes riesgos. Su deuda externa es inmensa y las perspectivas presupuestarias muestran enormes déficits. Tanto la Seguridad Social como Medicare van en camino a la insolvencia. Y la nación necesita con urgencia fortalecer sus fuerzas armadas y sus alianzas para contrarrestar las crecientes capacidades de sus adversarios actuales y potenciales.

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